En el marco de una soleada mañana australiana, ante más de medio millón de fieles que colmaron el Hipódromo de Radwick en Sydney, el Papa Benedicto XVI clausuró la JMJ 2008 desafiando a los jóvenes a transformar el mundo según el plan de Dios.
“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros”, fueron las primeras palabras de la homilía del Papa en la Misa final. "Hemos visto esta promesa cumplida, con el poder del Espíritu, Pedro y los Apóstoles fueron a predicar el Evangelio a los confines de la tierra. En estos días yo también he venido como Sucesor de Pedro a esta magnífica tierra australiana".
"He venido a confirmarlos en su fe, mis jóvenes hermanos y hermanas y a alentarnos a que abran sus corazones al poder del Espíritu de Cristo y a la riqueza de sus dones. Oro por este gran encuentro de jóvenes 'venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo'", agregó el Pontífice.