Ustedes los mayores sean custodios de todo aquello que nos permita sentirnos parte los unos de los otros, custodios de todo aquello que nos haga sentir que nos pertenecemos.
Así lo vivió Nirmeen en la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia. Se encontró con una comunidad viva y alegre, que le salió a su encuentro, le dio pertenencia, por lo tanto identidad, y le permitió vivir la alegría que significa ser encontrada por Jesús. Nirmeen le esquivaba a Jesús, tenía sus distancias hasta que alguien le hizo ver raíces, le dio pertenencia y esa comunidad la animó a comenzar ese camino que ella nos contó.
Un santo latinoamericano una vez se preguntó: «El progreso de la sociedad, ¿será sólo para llegar a poseer el último auto o adquirir la última técnica del mercado? ¿En eso se resume toda la grandeza del hombre? ¿No hay nada más que vivir para esto?» (cf. S. ALBERTO HURTADO, Meditación de Semana Santa para jóvenes, 1946). Yo les pregunto a los jóvenes: ¿Ustedes quieren esta grandeza o no? ¡No!
La grandeza no es solo tener el último auto, adquirir la última técnica del mercado. Ustedes fueron creados para algo más. María lo comprendió y dijo: ¡Hágase! Erika y Rogelio lo comprendieron y dijeron: ¡Hágase! Alfredo lo comprendió y dijo: ¡Hágase! Nirmeen lo comprendió y dijo: ¡Hágase! Los hemos escuchado aquí. Amigos, les pregunto: ¿Están dispuestos a decir "sí"? ¡Sí! Aprendieron a contestar, ya me gusta más.
El Evangelio nos enseña que el mundo no será mejor porque haya menos personas enfermas, menos personas débiles, menos personas frágiles o ancianas de quien ocuparse e incluso no porque haya menos pecadores; no, no será mejor por eso. El mundo será mejor cuando sean más las personas que, como estos amigos que nos han hablado, estén dispuestos y se animen a gestar el mañana, a creer en la fuerza transformadora del amor de Dios. A ustedes jóvenes les pregunto: ¿Quieren ser "influencer" al estilo de María. Ella se animó a decir «hágase»? Solo el amor nos vuelve más humanos, no las peleas, no el bullying, no el estudio solo; solo el amor nos vuelve más humanos, más plenos, todo el resto son buenos pero vacíos placebos.
Dentro de un momento nos vamos a encontrar con Jesús vivo en la Eucaristía. Seguro que van a tener muchas cosas que decirle, muchas cosas que contarle sobre distintas situaciones de sus vidas, de sus familias y de sus países.
Estando frente a Jesús, cara a cara, anímense, no tengan miedo de abrirle el corazón para que Él renueve el fuego de su amor, que los impulse a abrazar la vida con toda su fragilidad, con toda su pequeñez, pero también con toda su grandeza y hermosura. Que Jesús los ayude a descubrir la belleza de estar vivos y despiertos, vivos y despiertos.
No tengan miedo de decirle a Jesús que ustedes también quieren tomar parte en su historia de amor en el mundo, ¡que están para más!
Amigos: Les pido también que en ese cara a cara con Jesús sean buenos y le pidan por mí para que yo tampoco tenga miedo de abrazar la vida, para que sea capaz de cuidar las raíces y sea capaz de decir como María: ¡Hágase según tu palabra!