Cuando la comunidad internacional ve difícil cumplir sus compromisos de proteger la creación, son los jóvenes quienes, cada vez más, hablan y exigen decisiones valientes. Los jóvenes nos desafían para percibir el mundo no como una posesión para ser explotada, sino como un precioso legado para transmitir. Por nuestra parte, «a ellos debemos responder con la verdad, no con palabras vacías; con hechos, no con ilusiones» (Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación 2019).
En este sentido, un enfoque integral para la protección de nuestro hogar común también debe considerar la ecología humana. Un compromiso con la protección significa enfrentar la creciente brecha entre ricos y pobres, en un sistema económico global que permite a unos pocos privilegiados vivir en la opulencia mientras la mayoría de la población mundial vive en la pobreza. Conozco la preocupación por la promoción de diversos programas que el gobierno japonés realiza en este sentido y los estimulo a continuar en la formación de una creciente conciencia de corresponsabilidad entre las naciones.
La dignidad humana debe estar en el centro de toda actividad social, económica y política; se necesita fomentar la solidaridad intergeneracional y, en todos los niveles de la vida comunitaria, se debe mostrar preocupación por aquellos que son olvidados y excluidos. Pienso particularmente en los jóvenes, que a menudo se sienten abrumados al enfrentar las dificultades del crecimiento, y también en los ancianos y las personas solas que sufren aislamiento. Sabemos que, al final, la civilización de cada nación o pueblo no se mide por su poder económico sino por la atención que dedica a los necesitados, así como en la capacidad de volverse fecundos y promotores de vida.
Ahora, cuando mi visita a Japón llega a su fin, una vez más expreso mi gratitud por la invitación que recibí, por la cordial hospitalidad con la que me han acompañado, y por la generosidad de todos los que contribuyeron a su feliz resultado. Al proponerles estos pensamientos, deseo alentarlos en sus esfuerzos por dar forma a un orden social cada vez más protector de la vida, cada vez más respetuoso de la dignidad y de los derechos de los miembros de la familia humana. Sobre ustedes y sobre sus familias, y sobre todos aquellos a quienes sirven, invoco la abundancia de la bendición divina. Muchas gracias.