Dios lo llamó al sacerdocio luego de quedar viudo, y se ordenó en el día de San José

Dios lo llamó al sacerdocio luego de quedar viudo, y se ordenó en el día de San José
El P. Luis Avagliano, con su difunta esposa Flora e hijo mayor. / Ordenación sacerdotal del P. Luis Avagliano. Crédito: Cortesía del P. Luis Avagliano / Facebook de la Diócesis de Quilmes, Argentina.

Luis Avagliano fue diácono permanente durante 27 años, pero tras quedar viudo hace casi siete años, sintió el llamado de Dios para ser "padre de muchos más hijos" y fue ordenado sacerdote el 19 de marzo, en la Solemnidad de San José.

El hoy P. Avagliano tiene 68 años. Su esposa Flora falleció en 2014 luego de 38 años de matrimonio, del que nacieron dos hijos, quienes asistieron a la Misa de ordenación celebrada por el Obispo de la Diócesis de Quilmes (Argentina), Mons. Carlos José Tissera.

La ordenación se realizó en la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, donde sirvió como diácono permanente y ahora como sacerdote.

En declaraciones a ACI Prensa, el P. Luis Avagliano dijo que su Misa de ordenación fue "una ceremonia profunda y emocionante desde el principio hasta el final", y también una experiencia "fuerte", pues recibió el segundo orden sagrado del presbiterado.

En la Misa asistieron los dos hijos del P. Luis, que lo apoyaron desde que hace casi dos años les dijo que quería ser sacerdote. "Uno de ellos me sacó la estola diaconal, me puso la estola sacerdotal y entre los dos me pusieron la casulla", relató el P. Luis, que ahora se sabe "padre de muchos más hijos".

El P. Avagliano relató que durante su vida siempre estuvo cerca de Dios, pues creció en el barrio de La Boca, en Buenos Aires, junto a sus dos hermanas en el seno de una familia católica. Dijo que de sus padres recibió el amor y cuidado que le sirvieron de ejemplo cuando formó su propia familia.

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Para el sacerdote una de las experiencias más difíciles fue cuando a los 15 años de edad afrontó el fallecimiento de su padre, y tres meses y medio después también la muerte de su hermana mayor. Dijo que la fe en Dios y la cercanía de su madre les permitió salir adelante.

"Dios jamás me abandonó, me dio fuerza para ayudar y acompañar a mi mamá. La fe de mi mamá y su compañía… con la fe de ella salimos adelante. Nunca dejamos de confiar en Dios. Su fuerza no tiene explicación, se siente y se vive", afirmó.

El sacerdote dijo que su madre le transmitió esa fe desde pequeño, pues siempre lo llevaba a Misa a la parroquia San Juan Evangelista, donde recibió los primeros sacramentos, se confirmó, y también se casó y bautizó a sus hijos.

Se casó a los 23 años de edad, tras cuatro años de noviazgo. Con su esposa Flora sirvió como catequista en varias parroquias. Aseguró que en su hogar no faltaba la bendición de los alimentos, la oración y la asistencia a Misa cada fin de semana. Por su parte, él hacía lo posible para ir a Misa diaria, pero a veces se le hacía difícil por el trabajo.

El P. Luis dijo que tras terminar el colegio, trabajó durante casi 48 años, la mayor parte como servidor público, y se jubiló en 2020 durante la cuarentena por coronavirus. Gran parte de este tiempo sirvió como diácono permanente en su diócesis.

Precisó que se formó en la "escuela diocesana de ministerio para el camino al diaconado" mientras estudiaba la carrera de Derecho. No obstante, dijo que al concluir los dos primeros años en la universidad, sintió el deseo de brindar un servicio mayor a la Iglesia y abandonó los estudios de leyes.

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"Me di cuenta al terminar ese segundo año que mi fuerte era la Iglesia más que la abogacía, entonces me dediqué de lleno a la Iglesia. Cursé seis años y después fui ordenado diácono el 12 de diciembre de 1993, el día de Nuestra Señora de Guadalupe", dijo.

Además del diaconado y la responsabilidad en el trabajo, el P. Luis dedicó su vida a cuidar de su familia. "Hice una familia muy unida, muy querida, nos llevábamos muy bien todos. Por suerte rezábamos y teníamos siempre la Palabra del Señor, el acompañamiento de Dios que nos guiaba en cada caminar", agregó.

Para el P. Luis, "el regalo de la vida matrimonial es hermoso. Uno va formando a los hijos para que ellos también vayan conociendo y vayan interiorizando la fe católica, la Santísima Trinidad y el amor de la Virgen María. Siempre estamos acompañados".

El 13 de julio de 2014, luego de compartir 42 años de su vida y 38 años de matrimonio, su esposa Flora falleció; sin embargo, el P. Luis siempre la siente cerca. "Ella está arriba con Dios, pero está presente en la vida siempre. Así como me acompañó durante toda mi vida terrenal, me sigue acompañando durante toda su vida celestial", dijo. 

El hoy sacerdote afirma que tiene "una familia muy unida" y que sus hijos han formado sus propios hogares.

Además de su esposa, el P. Luis siente muy cerca a su madre y a su nieto, que también fallecieron hace unos años. Su madre falleció a los 84 años y el pequeño Facundo a los 10 años. Para el sacerdote, su nieto da testimonio de que Dios tiene la última palabra, pues los médicos le habían dado tan solo seis meses de vida al nacer.

El sacerdote relató que hizo el responso de los tres difuntos y que cuando le preguntaban si podría hacerlo, él decía: "Cómo no voy a poder, si Dios está conmigo". Aseguró que la fuerza de Dios y la gratitud por el regalo de sus vidas lo sostuvieron durante ese difícil momento.

Aprender a escuchar a Dios como San José 

El P. Luis dijo que siempre sintió "un llamado muy fuerte de Dios" y que "ese amor fue calando en mi corazón y me fue llevando e iluminando", hasta que un día, tras el fallecimiento de su esposa y un par de años de discernimiento, "se hizo realidad el llamado a la vocación sacerdotal".

Para el P. Luis, el hecho de que su Misa de ordenación se realice en la Solemnidad de San José y en el Año de San José, decretado por el Papa Francisco del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021, no es una coincidencia, y si bien la Eucaristía contó con pocas personas debido a la pandemia de COVID-19, fue un momento que quedó grabado en su corazón.

"La viví, la disfruté, realmente me emocioné y nos emocionamos casi todos los que estábamos ahí. Cada abrazo que yo sentía desde el Obispo con su amor de padre hacia un hijo, hasta los sacerdotes amigos, era interminable" y la homilía de Mons. Tissera fue hermosa, dijo.

Durante la Misa de ordenación, Mons. Tissera le dijo al P. Avagliano que "no es casual que tu ordenación sea en el día de San José", pues "como él has experimentado la belleza del amor de pareja, la vivencia del matrimonio, la dicha de ser papá; la responsabilidad de formar un hogar, gozar de la gestación y nacimiento de tus hijos; la alegría incomparable que, en los primeros balbuceos de un bebé, mirándote a los ojos te diga la palabra más maravillosa: papá". 

"Has sentido en tu corazón y en tus espaldas la responsabilidad de procurar el sustento de la vida familiar con tu trabajo y velar por la educación de ellos; has sufrido también el desgarro de la muerte de tu esposa y de tu nieto querido; también tu consagración a Dios en el diaconado. Cuántas cosas te emparentan con José", señaló.

"Cómo no va estar también José presente en tu vida sacerdotal, y seguir gustando otra experiencia bella para un pobre ser humano, y es que muchas personas se dirijan a vos diciéndote: padre. Sí, para la gente, para nuestro pueblo creyente, para ellos desde hoy serás el Padre Luis", agregó.

Para el sacerdote, San José "es el modelo de esposo y de padre" que nos enseña que escuchar es muy importante en la vida de un cristiano. Explicó que si bien el santo no entendió al inicio que María estaba esperando al Salvador, "después, cuando el ángel le habló, supo escuchar".

En ese sentido, afirmó que "cuando Dios llama por algo es" y aconsejó a otros padres viudos y a toda persona a "darle un sí rotundo a Dios como lo hizo María cuando le dijo: 'Que se haga en mí según Tu palabra y según Tu voluntad'". Alentó a estar siempre abierto a vivir su llamado, ya sea desde la familia, el trabajo, la comunidad o la iglesia.

El P. Luis dijo que el hecho que Dios lo llame a vivir ambas vocaciones, es un gran encargo y una gran bendición que asume con alegría. "Soy agradecido [con Dios] por haber creído y confiado en mí", dijo y recordó que "todo lo que uno recibe de Dios, no puede dejar de devolver".

"Que hermoso que es cumplir lo que el Señor te pide y estar abierto a esa disposición de poder abrir tu corazón para que Él pueda entrar, te pueda transformar, te pueda guiar, te pueda iluminar, te pueda acompañar. Nunca tengas miedo, porque Él mismo le dijo a sus discípulos: 'No tengan miedo, yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo'", concluyó.

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