La devoción a Nuestra Señora de Itatí se remonta a una leyenda según la cual el rezo de un Rosario salvó a un misionero jesuita español y los aborígenes que había convertido al catolicismo de un ataque de nativos.
El paso del arroyo Yaguarí se abrió por la mitad y los rebeldes emprendieron la retirada. Entonces el pueblo de Itatí quedó a salvo gracias a la intervención de la Virgen.
El 16 de julio de 1900, en las puertas del Santuario de la Santísima Cruz de los Milagros de Corrientes, la Virgen de Nuestra Señora de Itatí fue coronada por el Obispo de Paraná, Mons. Rosendo de la Lastra y Gordillo, a nombre del Papa León XIII, ante los obispos argentinos de Paraguay y Uruguay y una multitud de fieles.
La corona fue concebida como una joya al estilo de las coronas imperiales del Renacimiento, en oro, con incrustaciones, de amatistas y topacios de gran tamaño y dibujos de artística expresión.