Dios no es indiferente con nosotros, conoce nuestro nombre y nos cuida, afirmó el Papa Francisco en su mensaje para la Cuaresma 2015, en el que propuso a los fieles tres pasajes para reflexionar y renovar su encuentro con Cristo y así combatir la globalización de la indiferencia.
Cada uno de nosotros le interesa a Dios, "su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia", señaló el Papa.
Sin embargo, advirtió que "esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial" y es también una tentación para los cristianos.