En un discurso dirigido a los miembros de la Comisión Parlamentaria Antimafia del Parlamento italiano, el Papa Francisco señaló que el problema de las mafias tiene sus raíces en la corrupción, y se mostró especialmente preocupado por la corrupción política, basada "en intereses partidistas y en los acuerdos de unos pocos".
En su discurso, el Santo Padre dijo que ante esta realidad, lo que algunos hacen es "banalizar el mal, confundir la verdad con la mentira y aprovecharse del papel de responsabilidad pública que se ejerce".
Por el contrario, "la política auténtica, aquella que reconocemos como una forma notable de caridad, trabaja para asegurar un futuro de esperanza y promover la dignidad de cada uno. Precisamente por esto la lucha contra la mafia es una de sus prioridades, ya que la mafia sustrae el bien común, arrebatando la esperanza y la dignidad de las personas".