Conversión del corazón es centro de la Cuaresma, dice el Santo Padre

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Durante la homilía que pronunció esta tarde en la Basílica de Santa Sabina en Roma, con ocasión del Miércoles de Ceniza y el inicio de la Cuaresma, el Papa Benedicto XVI destacó que la conversión del corazón a Dios es el centro y el sentido último del tiempo cuaresmal.

El Santo Padre comenzó su homilía refiriéndose a la riqueza simbólica de la liturgia de este día, así como a la liturgia del tiempo de Cuaresma, y señaló que “en su tradición, la Iglesia no se limita a ofrecernos la temática litúrgica y espiritual del camino cuaresmal, sino que El Papa señalo que en este tiempo “no dudemos en reencontrar la amistad de Dios perdida con el pecado; encontrándonos con el Señor experimentamos la alegría de su perdón”.

“Con este espíritu –continuó el Papa–, iniciamos el tiempo favorable de la Cuaresma, como nos ha recordado San Pablo en la segunda lectura, para dejarnos reconciliar con Dios en Cristo Jesús”.

“Solo Cristo puede transformar cualquier situación de pecado en novedad de gracia. Esta es la razón por la cual asume un fuerte impacto espiritual la exhortación que Pablo dirige a los cristianos de Corinto: ‘Os suplicamos en nombre de Cristo: dejaos reconciliar con Dios’”; señaló el Papa.

“El llamado a la conversión, a la penitencia resuena hoy con toda su fuerza, para que su eco nos acompañe en cada momento de nuestra vida”, agregó.

Benedicto XVI explicó luego que la liturgia del Miércoles de Ceniza “nos indica que en la conversión del corazón a Dios se encuentra la dimensión fundamental del tiempo cuaresmal. Este es el llamado tan sugestivo que proviene del tradicional rito de la imposición de las cenizas”.

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El Papa explicó que este rito “reviste un doble significado: el primero es relativo al cambio interior, a la conversión y la penitencia; mientras que el segundo nos recuerda la precariedad de la condición humana”.

El Pontífice explicó luego que la tradición romana de realizar una procesión penitencial en el inicio de la Cuaresma –que lleva a los fieles presididos por el Papa desde la Iglesia de San Anselmo a la Basílica de Santa Sabina– “busca ayudar a los fieles a recorrer un camino interior, el camino de la conversión y la reconciliación, para llegar la gloria de la Jerusalén celestial donde habita Dios”.

El Santo Padre destacó luego que los fieles “tenemos cuarenta días para profundizar en esta extraordinaria experiencia ascética y espiritual”; y recordó que la penitencia, la oración y la limosna, que marcan este tiempo cuaresmal, “son aceptables a Dios si expresan la decisión del corazón de servir solo a Dios, con simplicidad y generosidad”.

Valor del ayuno

Benedicto XVI explicó luego que “el ayuno, al cual la Iglesia nos invita en este tiempo fuerte, no nace ciertamente de motivaciones de orden físico o estético, sino que brota de la exigencia que el hombre tiene de una purificación interior que lo desintoxique de la polución del pecado y del mal; lo eduquen en aquellas sanas renuncias que arrancan al creyente de la esclavitud del propio yo; lo haga más atento y disponible a la escucha de Dios y al servicio de los hermanos”.

“Por esta razón –siguió el Papa–, el ayuno y las otras prácticas cuaresmales son consideradas por la tradición cristiana como ‘armas’ espirituales para combatir el mal, las malas pasiones y los vicios”.

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“En mi mensaje con ocasión de la Cuaresma, he invitado a vivir estos días de especial gracia como un tiempo ‘eucarístico’”, recordó el Santo Padre.

“Las obras de caridad, la oración, el ayuno junto a cualquier otro sincero esfuerzo de conversión encuentran su más alto significado y valor en la Eucaristía, centro y culmen de la vida de la Iglesia y de la historia de la salvación”, dijo finalmente el Papa.

“Pidamos a María que nos acompañe para que, al concluir la Cuaresma, podamos contemplar al Señor resucitado, interiormente renovados y reconciliados con Dios y con los hermanos”, concluyó.El Papa Benedicto XVI llega a la Basílica de Santa Sabina para presidir la celebración de la liturgia por Miércoles de Ceniza.

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