Como se puede ver, Pablo afirma la profunda unidad que existe entre todos los bautizados, a cualquier condición pertenezcan, sean hombres o mujeres, iguales, porque cada uno de ellos, en Cristo, es una criatura nueva. Toda distinción se convierte en secundaria respecto a la dignidad de ser hijos de Dios, el cual con su amor realiza una verdadera y sustancial igualdad. Todos, a través de la redención de Cristo y el Bautismo que hemos recibido, somos iguales, hijos e hijas de Dios. Iguales.
Hermanos y hermanas, estamos por tanto llamados de forma más positiva a vivir una nueva vida que encuentra en la filiación con Dios su expresión fundamental. Iguales porque somos hijos de Dios, hijos de Dios porque nos ha redimido Jesucristo, y hemos entrado en esta dignidad a través del Bautismo.
Es decisivo también para todos nosotros hoy redescubrir la belleza de ser hijos de Dios, de ser hermanos y hermanas entre nosotros porque estamos insertos en Cristo, que nos ha redimido. Las diferencias y los contrastes que crean separación no deberían tener morada en los creyentes en Cristo. Y uno de los apóstoles en las cartas a Santiago dice así: estén atentos con las diferencias porque ustedes no son justos, cuando en la asamblea, es decir en la Misa, llega con un anillo de oro, vestido bien, adelante, adelante, y lo hacen sentar en el primer lugar, luego llega otro que, pobrecillo, apenas se puede cubrir, se ve que es pobre, pobre, pobre, si si, acomódate al fondo. Estas diferencias nosotros las hacemos, muchas veces, en modo inconsciente, no, somos iguales.
Nuestra vocación es más bien la de hacer concreta y evidente la llamada a la unidad de todo el género humano (cfr Conc. Ecum. Vat. II, Const. Lumen gentium, 1). Cualquier cosa que agrave las diferencias entre las personas, causando a menudo discriminaciones, todo esto, delante de Dios, ya no tiene consistencia, gracias a la salvación realizada en Cristo. Lo que cuenta es la fe que obra siguiendo el camino de la unidad indicado por el Espíritu Santo. Nuestra responsabilidad es caminar decididamente por este camino, de la igualdad, pero la igualdad que está sostenida, que ha sido hecha en la redención de Jesús. Gracias y no se olviden cuando vuelvan a casa: ¿cuándo fui bautizada? ¿cuándo fui bautizado? Preguntar para tener siempre presente esa fecha, y si se da, festejar también cuando llegará la fecha. Gracias.