Pablo cuando llegaba a una ciudad, a un pueblo, a una región, no hacía inmediatamente una gran catedral, nada, hacía las pequeñas comunidades que eran, son, la levadura de nuestra cultura cristiana de hoy y comenzaba haciendo pequeñas comunidades crecían, crecían e iban hacia adelante. También hoy, este método pastoral se hace en cada región misionera. He recibido una carta la semana pasada de un misionero de Papúa Nueva Guinea y me dice que está predicando el Evangelio en la selva, la gente que no conoce ni siquiera quién fuera Jesucristo. Es bonito ¿eh? Y hacen pequeñas comunidades. También hoy, este método, es el método evangelizador de la primera evangelización.
Lo que nosotros debemos notar es la preocupación pastoral de Pablo, todo fuego él, que después de haber fundado estas Iglesias, se da cuenta de un gran peligro, -el pastor es como el papá o la mamá ¿no? que inmediatamente se dan cuenta del peligro de los hijos-. Un gran peligro que corren para su crecimiento en la fe. Crecen y vienen los peligros. Como decía uno, vienen las aves rapaces.
De hecho, se habían infiltrado algunos cristianos venidos del judaísmo, los cuales con astucia empezaron a sembrar teorías contrarias a la enseñanza del Apóstol, llegando incluso a denigrar su persona. Comienzan con la doctrina, y después denigran al apóstol, es el camino de siempre, quitar la autoridad al apóstol.
Como se ve, es una práctica antigua la de presentarse en algunas ocasiones como los únicos poseedores de la verdad, los puros, y pretender rebajar también con la calumnia el trabajo realizado por los otros. Esos adversarios de Pablo sostenían que también los paganos debían ser sometidos a la circuncisión y vivir según las reglas de la ley mosaica. Vuelven hacia atrás, a las observancias que fueron superadas por el Evangelio, vuelven hacia atrás.