Al dedicar su catequesis de hoy en la Audiencia General a los santos Cirilo y Metodio, apóstoles de los pueblos eslavos y copatronos de Europa, el Papa Benedicto XVI resaltó que ambos son ejemplo de inculturación; es decir, "cada pueblo debe calar en su propia cultura el mensaje revelado y expresar la verdad salvífica con su propio lenguaje".
Ante los miles de fieles reunidos esta mañana en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre explicó cómo Cirilo nació alrededor del 826 en Tesalónica y recibió una cuidada formación humanística. Se ordenó sacerdote muy joven y poco después su hermano Metodio, nacido hacia el 815 y que ejercía una carrera administrativa, abandonó el mundo para comenzar una vida monástica. Cirilo lo siguió en su retiro monacal en el monte Olimpo, en Bitinia.
Años más tarde el gobierno imperial encargó a Cirilo una misión con los pueblos del Mar de Azov, que pedían que les enviasen "un literato que pudiera discutir con los judíos y los sarracenos". A su regreso a Constantinopla, el emperador Miguel III, compañero de estudios de Cirilo, envió a los dos hermanos a Moravia porque el príncipe moravo Ratislao le había pedido "un maestro que explicase la verdadera fe en nuestra propia lengua".