"La Universidad Católica del Sagrado Corazón, en el trabajo cotidiano de experimentación, de enseñanza y de estudio, vive en esta traditio que expresa la propia potencialidad de innovación: ningún progreso, mucho menos sobre el plano cultural, se nutre de mera repetición, si no que exige un inicio siempre nuevo", dijo.
"Requiere además aquella disponibilidad al debate y al diálogo que abre la inteligencia y testimonia la rica fecundidad del patrimonio de la fe. Así se da forma a una sólida estructura de personalidad, donde la identidad cristiana penetra el vivir cotidiano y se expresa desde el interno de una profesionalidad excelente".
El Papa indicó que "la Universidad Católica, que con la sede de Pedro tiene una relación particular, está llamada hoy a ser institución ejemplar que no limita el aprendizaje a la funcionalidad de un resultado económico, sino que amplía el respiro sobre proyectos en los que el don de la inteligencia investiga y desarrolla los dones del mundo creado, superando una visión sólo productiva y utilitarista de la existencia, porque ‘el ser humano está hecho para el don, que expresa y actúa la dimensión de trascendencia’".
El Santo Padre resaltó también que "una facultad católica de medicina es un lugar donde el humanismo trascendente no es un eslogan retórico, sino la regla vivida de la dedición cotidiana. Soñando con una Facultad de Medicina y Cirugía auténticamente católica, el Padre Gemelli –y con él tantos otros, como el Prof. Brasca–, volvía a colocar en el centro de la atención a la persona humana en su fragilidad y en su grandeza, en sus siempre nuevas fuentes de una búsqueda apasionada y en la no menor conciencia del límite y del misterio de la vida".