Sin embargo, la llama de la libertad y de la convivencia entre los egipcios ya había prendido en la sociedad.
"Los cristianos, que se habían liberado de su habitual actitud pasiva ante los asuntos políticos y liberales y, apoyados por una élite de intelectuales egipcios, reclamaron su derecho a la ciudadanía. Incluso se produjeron enfrentamientos durante los cuales los cristianos sufrieron violencia e injusticias sin que el Consejo Militar Supremo interviniera, lo cual lo convirtió en cómplice".
Fue más tarde, al situarse en primer plano los salafistas, cuando el ejército decidió actuar. Algunos ejemplos de la violencia e injusticias sufridas por los cristianos fueron la destrucción de una iglesia en las cercanías de Guiza, la matanza de manifestantes en El Cairo o los enfrentamientos en el barrio cairota de Moqattam, detalla la hermana Expedita.
"Después de la revolución se revelaron las verdaderas intenciones de todos y se derrumbó la barrera del miedo. Quien reclamaba un estado religioso, lo decía de forma abierta, y quien estaba a favor de un estado laico que garantizara los derechos de todos los ciudadanos independientemente de su religión, también lo expresaba abiertamente", indica.