"Entonces, junto con el Papa Francisco, podemos decir que la nuestra no es una simple observación de la Sábana Santa, sino que es dejarse mirar por ella, esa cara tiene los ojos cerrados y la cara de un difunto, pero misteriosamente nos mira y desde el silencio habla para hacernos comprender qué gran sufrimiento tuvo que sufrir a causa de nuestros pecados y para liberarnos del pecado y la muerte", sostuvo el Prelado.
Luego, reflexionó: "Pero, ¿cómo es posible, cómo es que la gente fiel quiere detenerse frente a este icono de un hombre azotado y crucificado? Debido a que la Sábana Santa nos invita a contemplar a Jesús de Nazaret muerto y resucitado, su imagen impresa en la tela habla a nuestro corazón y nos empuja a subir al Monte del Calvario, a traer el bosque de la Cruz con él y sumergirnos en el silencio elocuente del amor y dejarnos alcanzar por esta mirada que no busca nuestros ojos sino nuestro corazón".
En el Sudario, concluyó el Mons. Nosiglia, "el Papa nos recordó nuevamente que también vemos muchos rostros de hermanos y hermanas enfermos, especialmente aquellos que están más solos y menos cuidados, pero también las víctimas de guerras, violencia y esclavitud, persecución".
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