"Para identificar esta realidad y juzgar verazmente acerca de ella, es fundamental el concepto de naturaleza humana y del orden objetivo que de ella se sigue y que prescribe comportamientos acordes, universalmente válidos; es posible distinguir las conductas opuestas", explicó.
En ese sentido, "la tendencia homosexual es objetivamente desordenada, y 'su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado'. Esta indicación es de suma importancia, sobre todo frente a una masiva propaganda que pretende hacerla pasar por normal, por natural, cuando aún el sentido común puede advertir que no se ajusta a la regla que expresa la realidad de lo que es el hombre, el cómo son las cosas según el orden la creación".
El Catecismo "rechaza lo que hoy se llama homofobia; dice, respecto de los homosexuales, que deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza, y se ha de evitar respecto de ellos todo signo de discriminación injusta. Esta posición es, por otra parte, todo lo contrario del 'orgullo gay'".
"Pero los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados, contrarios a la ley natural, ya que les falta la debida complementariedad afectiva y sexual, que solo se verifica en la relación varón-mujer, tal como está inscripto en sus cuerpos; por tanto, aquellos actos están cerrados a la procreación, a la comunicación del don de la vida".