El presidente del Consejo de Vigilancia del Instituto para las Obras de Religión, (IOR), Ernst von Freyberg, afirmó que dentro de esta institución -conocida como banco vaticano-, se está aplicando la política de tolerancia cero con el fin de combatir el lavado de dinero.

En declaraciones a Radio Vaticana, von Freyberg recordó que "la Santa Sede se ha comprometido en respetar las normas internacionales. Nosotros aplicamos las leyes y los más altos estándares exigidos por nuestros bancos correspondientes".

En sentido, relató que "personalmente, me encuentro en la mesa cada semana todos los casos sospechosos y tengo reuniones semanales con el responsable encargado contra el lavado de dinero. Además, aplicamos una política de tolerancia cero con respecto a los clientes y empleados involucrados en actividades de reciclaje de dinero negro".

El funcionario, elegido por el Consejo de Cardenales de vigilancia del IOR luego de un cuidadoso proceso de selección, dijo que al iniciar sus labores pensó "que iba a tener que concentrarme en lo que se define normalmente 'hacer limpieza' y 'poner en orden' las cuentas corrientes irregulares".

Sin embargo, afirmó, "hasta hoy no hay nada de todo esto que yo haya podido detectar. Esto no quiere decir que no haya nada, sino más bien que ésta no es nuestra principal preocupación. Nuestra principal preocupación es nuestra reputación".

"Nuestro trabajo - mi trabajo - se refiere a la comunicación, mucho más de lo que había pensado en un principio. Hay que hacer mucha más comunicación dentro de la Iglesia: no se ha hecho suficiente en el pasado. El trabajo comienza en nuestra casa, con nuestros propios empleados, con los que trabajan para la Iglesia de Roma, con los que están en la Iglesia en todo el mundo. A ellos debemos primero transparencia y una explicación clara sobre lo que hacemos y de cómo intentamos servir", señaló.

Durante el diálogo, von Freyberg explicó que en el IOR "no somos un banco. No prestamos dinero, no hacemos inversiones directas, no operamos de contraparte financiera. No especulamos en divisas o bienes".

Explicó que su principio es recibir dinero e invertirlo "en bonos de Estado, en obligaciones y en el mercado interbancario, en el que depositamos a una tasa de interés ligeramente superior a lo que recibimos con el fin de poder devolver el dinero a nuestros clientes en cualquier momento".

En el IOR, indicó, "entendemos perfectamente el mundo de la Iglesia y la misión de la Iglesia. En el IOR hay 112 personas que atienden a 19.000 clientes. En la gran mayoría, son monjas o religiosos y muy a menudo conocen a la persona que se hace cargo de ellos en el IOR desde hace 20, 30 años. Sabemos exactamente lo que necesitan y ellos aquí encuentran una persona de confianza, y es esta relación personal que los motiva a venir aquí".

En ese sentido, reiteró que "la transparencia es clave, pero no solo la transparencia; sino lo que se es una vez convertidos en transparentes: a saber, que somos completamente limpios, como es necesario ser, si se quiere ser aceptado en el sistema financiero internacional".

El IOR, en su forma actual, fue fundado por Pío XII en 1942 "para mantener y administrar los bienes activos transferidos o confiados al Instituto por personas físicas o jurídicas, con el fin de obras de religión o de caridad".

Actualmente administra fondos por un valor total de unos 7 mil millones de euros; cuenta con cerca de 19.000 clientes. De estos, 5.200 son instituciones católicas, titulares de más del 85 por ciento de los fondos administrados. El restante son 13.700 personas, entre ellas empleados del Vaticano, así como religiosos y otras categorías específicas autorizadas, como diplomáticos acreditados ante la Santa Sede.