Fuentes del gobierno que dirige el Presidente Miguel Bolaños han confirmado que se vienen realizando esfueros para "resuscitar" un antiguo concordato que la naciente Nicaragua suscribió en 1861 con el Vaticano, y que facultaba al gobierno a intervenir en el nombramiento de obispos y ciertos párrocos a cambio de la protección estatal.
Respondiendo a las críticas de intento de querer controlar a la Iglesia, el Canciller Norman Caldera ha explicado que el nuevo "acuerdo" busca "mejorar las relaciones con la Iglesia católica", tras los conflictos suscitados la semana pasada luego de que el gobierno prohibió que el Cardenal Obando visitara en la cárcel al ex presidente Arnoldo Alemán.
El episodio, sobredimensionado por la prensa, marcó sin embargo un nuevo hito de desencuentros en las relaciones entre las autoridades políticas y los obispos.