"Nuestra congregación llegó allí en 1951, invitada por el entonces Obispo de Zamboanga, cuando fuimos expulsados de China en la década de 1950", dijo. Recordó que fue con los claretianos que la comunidad católica se convirtió en prelatura apostólica y que él también fue misionero en Basilan, pero "tuve que dejarlo en 1972, cuando secuestraron a otro de mis hermanos".
Finalmente, dijo que el P. Gallardo es recordado en Filipinas como un mártir y "héroe" que dio su vida por Cristo y por sus fieles desde que llegó a la misión hasta el último aliento.
"Los otros rehenes dijeron que no quiso entregar la cruz y el rosario, como pretendían los milicianos. Por eso lo torturaron arrancándole las uñas. Sufrió mucho y como director de la escuela, incluso en el cautiverio, se preocupó en primer lugar por los profesores y los niños que le habían sido confiados. Ofreció su vida por las personas que estaban con él".
Los católicos en Filipinas admiran y tienen mucho cariño al P. Gallardo y confían que pronto llegará a los altares. Según UCA News, la Prelatura Territorial de Isabela señaló que "espera que el P. Rhoel Gallardo eventualmente sea declarado santo"; y muchos feligreses creen que "merece la santidad por el ejemplo que dio".