El P. Baho dijo que le había escrito a su compañero sacerdote de su parroquia en Roma sobre lo que estaban planeando hacer: "Hoy necesito hacer sonar las campanas que por una semana no han sonado. Tengo que hacer esto, incluso si es la última vez que suenan las campanas. Lo haré".
Cuando estaban entrando a Alqosh para celebrar la Misa, el sacerdote recordó como un joven le dijo "Padre, hoy lo vemos un poco más fuerte". Recordando cómo su compañero sacerdote de Roma le había prometido rezar un rosario por ellos, el P. Baho contestó al joven que "sí, hay gente que reza por nosotros, incluso si están lejos, están unidos a nosotros en oración".
"Para mí, este fue el día de salvación. Desde entonces, la gente comenzó a tener más esperanza. Diferentes familias regresaron a la ciudad. También, la guerra está a 10 kilómetros de la ciudad, pero la gente regresó. Así que cuando yo regrese, iré allá, a la parroquia, la próxima semana".
En su homilía durante la Misa, el P. Bajo explicó cuán a menudo vemos milagros para saber si Dios está o no con nosotros, pero que el gran milagro sucedió para ellos cuando más de 100 mil personas escaparon al mismo tiempo, y todos lograron salir "sanos y salvos".