El Papa Juan Pablo II aseguró esta mañana en la habitual audiencia general de los miércoles, que todo sufrimiento vivido a la luz de Cristo, puede ser un camino de liberación interior y enriquecimiento del alma.
Ante unas 13 mil personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre reflexionó sobre el Salmo 40, “Oración de un enfermo”, que Jesús citó en la tarde de Jueves Santo en el Cenáculo, para manifestar su profunda tristeza en el momento de la traición de Judas: “El que come mi pan, levantó contra mí su talón”.
Según el Papa, el Salmo expresa la amargura de “un hombre enfermo, abandonado por sus amigos” y recuerda que en el texto “el enfermo inicia su discurso pidiendo perdón a Dios. Según el tradicional concepto del antiguo testamento, el dolor era una consecuencia del pecado”.