Pero era una historia conocida, y no era la primera vez que la presión de los medios llevaba adelante una narrativa que no se acercaba tanto a la realidad.
En 1997, se informó del descubrimiento de tumbas sin nombre en el cementerio de Marieval, y el Washington Post contó 751. Incluso entonces, eso no era cierto.
La gente de Cowesses dijo desde un principio que no habían descubierto tumbas, sino cruces y piedras que se habían perdido décadas antes. Cadmus Delorme, jefe de la tribu, enfatizó fuertemente que "era un sitio de tumbas católicas, no las tumbas de las escuelas residenciales".
De hecho, las conclusiones del Informe Verdad y Reconciliación también han sido malinterpretadas. Siempre está escrito que la comisión encontró que 3.201 niños murieron en las escuelas residenciales, pero en realidad la comisión no encontró ningún informe de dónde murieron 1.391 niños, mientras que de los 1.810 restantes, solo 832 murieron en las escuelas, 418 murieron en el hogar, 427 murieron en hospitales, 90 murieron en lugares distintos a las escuelas.
¿Cuáles son las responsabilidades reales?
Un ensayo de Mark DeWolf señaló que, sí, "la represión cultural, el abuso de todo tipo, el encarcelamiento forzoso e incluso muertes evitables ocurrieron, y un sistema que debió haber hecho mucho más para evitar estas cosas debería ser justamente condenado".
Asimismo, dijo que "los hechos muestran que estas cosas ocurrieron con mucha menos frecuencia de lo que se piensa, que por lo tanto tuvieron mucho menos efecto en las comunidades de las Primeras Naciones de lo que se cree".
También porque, los datos muestran una baja participación de los nativos americanos, tanto así que "en la mayoría de los años en que han funcionado las escuelas residenciales, entre 10 y 15 estudiantes se ausentaron todos los días", y solo el 50% de los nativos americanos hacían acto de presencia.
Pero –dice también el informe de Verdad y Reconciliación– muy pocos padres fueron acusados o ridiculizados por mantener a sus hijos fuera de la escuela.
En definitiva, es una realidad compleja. El Papa va a hacerle frente con un "camino penitencial", en el que le pedirá una vez más "caminar juntos". Pero, ¿no ha jugado realmente la educación católica también un papel en la salvación de esos niños?
En Edmont está el P. Cristino Bouvette, descendiente de nativos americanos. Y su abuela es una sobreviviente de las escuelas residenciales. Pero ella lo había criado en una sólida fe católica. Su testimonio demuestra que no todo es blanco y negro. Algo se está moviendo.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en ACI Stampa.
Andrea Gagliarducci es periodista y analista del Vaticano para ACI Stampa.