
La procedencia de la tabla no está clara, pero se piensa que fue trasladada a la basílica en el siglo VI. En ella todavía se conserva la inscripción "I. NAZARINVS RE".
El dedo de Santo Tomás
Quien visite esta capilla podrá ver asimismo un fragmento del patíbulo del buen ladrón y el dedo de Santo Tomás con el que tocó la llaga de Cristo para poder creer que había resucitado: "Tomás, aquí tienes mis manos, mete tus dedos, aquí tienes mi llaga" (Jn 20,27), relata el Evangelio de San Juan.
También en una capilla lateral, junto a la de las reliquias de la Pasión, es posible admirar una reproducción moderna de la Síndone de Turín o Santo Sudario.
Otras reliquias de la Pasión de Cristo en Roma
A pocos metros de esta basílica se encuentra la de San Juan de Letrán, la catedral de la diócesis de Roma y la sede episcopal del Papa.
En el lateral izquierdo del altar principal, hay una capilla que alberga un trozo de la mesa donde Cristo celebró la Última Cena.

Además, en el exterior de la basílica está la llamada Escalera Santa o Santo Sanctorum, compuesta por los 28 peldaños que Jesús subió antes de ser condenado a muerte en el Palacio de Poncio Pilato.
Otro templo, esta vez la basílica romana de Santa Práxedes, alberga la columna donde Jesucristo fue flagelado. Es de pequeño tamaño y la tradición señala que se debe a que de esta manera los soldados obligaban a Jesús a estar con el dorso plegado, lo que hacía que el dolor de los azotes fuera mayor.
Un fragmento de la parte superior de la columna fue entregado a Luis IX de Francia a cambio de tres de las espinas de la Corona de Cristo. Dos de ellas se encuentran en la Santa Cruz de Jerusalén y el paradero de la tercera todavía se desconoce.
Otra de las reliquias de la Pasión de Cristo es un fragmento de la lanza con la que el centurión Longinos atravesó el costado de Jesús. Está bañada en oro y se guarda en la Basílica de San Pedro, sobre la estatua de Santa Elena, en uno de los cuatro pilares de la cúpula central. Fue un sultán turco quien la donó al Papa Inocencio VIII.