Luego, el Papa alentó a tener confianza en que Dios arregla siempre las cosas ya que "el tiempo es de Dios no es nuestro tiempo" y subrayó que "también en nuestra vida, cada uno de nosotros tenemos experiencia de esto. Hagamos un poco de memoria: cuántas veces hemos pedido una gracia, un milagro, llamémoslo así, y no sucedió nada, después, con el tiempo las cosas se arreglaron, pero según el modo de Dios, el modo divino, no según lo que queríamos en ese momento".
En este sentido, el Santo Padre recordó el misterio pascual y dijo "recuerden bien esto, el mal nunca es un señor del último día, no, del penúltimo. El momento en que es más obscura la noche es antes del amanecer. Allí, en el penúltimo día, está la tentación que el mal nos hace creer que el mal ha vencido: '¿has visto? Vencí yo'. El mal es señor del penúltimo día, el último día está la Resurrección. Pero el mal nunca es un señor del último día, Dios es el señor del último día. Porque ese pertenece solo a Dios, y es el día en el que se cumplirán todos los anhelos humanos de salvación".
"Aprendamos de esta paciencia, humilde, de esperar la gracia del Señor, esperar el último día, y muchas veces el penúltimo es muy feo, porque los sufrimientos humanos son feos, pero el Señor está, el último, Él resuelve todo", indicó el Papa.
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