5 de noviembre de 2020 / 08:35 AM
El Papa Francisco celebró la Misa en sufragio de las almas de los Cardenales y Obispos fallecidos durante este año. En la homilía el Papa recordó que Jesucristo es la Resurrección y la vida y que ésta no es "una especie de espejismo en el horizonte, sino como algo que está presente y nos involucra misteriosamente ya desde ahora".
A continuación, la homilía completa del Papa Francisco:
En el pasaje evangélico que se ha proclamado (cf. Jn 11,17-27) Jesús pronuncia una solemne autorrevelación: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre» (vv. 25-26). La gran luz de estas palabras prevalece sobre la oscuridad del profundo duelo causado por la muerte de Lázaro. Marta las acoge y con una firme profesión de fe declara: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo» (v. 27). Las palabras de Jesús traen la esperanza de Marta del futuro lejano al presente: la resurrección ya está cerca de ella, presente en la persona de Cristo.
La revelación de Jesús hoy nos interpela a todos. Estamos llamados a creer en la resurrección no como una especie de espejismo en el horizonte, sino como algo que está presente y nos involucra misteriosamente ya desde ahora. Y, sin embargo, esta misma fe en la resurrección no ignora ni enmascara el desconcierto que humanamente experimentamos ante la muerte. El mismo Señor Jesús, al ver a las hermanas de Lázaro y a los que estaban llorando con ellas, no sólo no ocultó su sentimiento, sino que -añade el evangelista Juan- incluso «se echó a llorar» (Jn 11,35). Excepto en el pecado, es totalmente solidario con nosotros: experimentó también el drama del luto, la amargura de las lágrimas derramadas por el fallecimiento de un ser querido. Pero esto no disminuye la luz de la verdad que emana de su revelación, de la que la resurrección de Lázaro fue un gran signo.