Para revelar la identidad del dios que adoran los atenienses, el Apóstol parte de la creación, es decir, de la fe bíblica en el Dios de la revelación, para llegar a la redención y al juicio, es decir, al mensaje propiamente cristiano. Muestra la desproporción entre la grandeza del Creador y los templos construidos por el hombre, y explica que el Creador se hace buscar siempre para que todos puedan encontrarlo. De este modo, Pablo, según una hermosa frase del Papa Benedicto XVI, "anuncia a Aquel, que los hombres ignoran, y sin embargo, conocen: el Ignoto-Conocido" (Benedicto XVI, Encuentro con el mundo de la cultura en el Colegio de los Bernardinos, 12 de septiembre de 2008). Luego, invita a todos a ir más allá de "los tiempos de la ignorancia" y a decidirse por la conversión ante el juicio inminente. Pablo llega así al kerigma y alude a Cristo, sin citarlo, definiéndolo como "el hombre que (Dios) ha destinado, dando a todos una garantía al resucitarlo de entre los muertos" (Hch 17,31).
Y aquí está el problema. La palabra de Pablo, que hasta entonces había mantenido en suspenso a sus interlocutores, -porque era un descubrimiento interesante- encuentra un escollo: la muerte y resurrección de Cristo parecen una "necedad" (1 Cor 1,23) y suscitan burlas y escarnio. Pablo entonces se aleja: su intento parece haber fracasado, y en cambio algunos se adhieren a su palabra y se abren a la fe. Entre ellos hay un hombre, Dionisio, miembro del Areópago, y una mujer, Damaris. También en Atenas el Evangelio arraiga y puede correr a dos voces: ¡la de aquel hombre y la de aquella mujer!
Pidamos también hoy al Espíritu Santo que nos enseñe a construir puentes con la cultura, con aquellos que no creen o con los que tienen un credo diferente al nuestro. Siempre construir puentes, siempre la mano tendida, ningún ataque. Pidámosle la capacidad de inculturar con delicadeza el mensaje de la fe, observando a los que viven en la ignorancia de Cristo con una mirada contemplativa movida por un amor que inflame hasta los corazones más endurecidos.
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