Al dirigirse a la multitud en el mítin previo a la marcha, el Arzobispo de Toronto, Cardenal Thomas Collins, hizo referencia a la naturaleza cambiante del movimiento provida en Canadá, ya que se han promulgado nuevas leyes durante cinco décadas.
Señalando la práctica generalizada de la eutanasia en todo el país, el Cardenal dijo que era fundamental que "la gente reconozca la realidad, el profundo valor del don de la vida desde el primer momento de la concepción hasta la muerte natural".
En 2018 más de 2.600 canadienses recibieron "ayuda médica para morir". Este total representa el 1.12% de todas las muertes del año pasado.
En Canadá, los médicos que se oponen a la eutanasia no tienen el derecho legal de rechazar las solicitudes y están sujetos a perder sus empleos por incumplimiento.