En este sentido, el Papa explicó que "nosotros también, como Pedro, podríamos ser tentados y poner a prueba a Jesús para pedirle una señal. Y tal vez, después de algunos pasos vacilantes hacia Él, ser nuevamente víctimas de nuestros miedos. ¡Pero el Señor no nos abandona!".
"Aunque si somos hombres y mujeres de 'poca fe', Cristo continúa a extender su mano para salvarnos y permitirnos encontrarnos con Él, un encuentro que nos salva y nos devuelve la alegría de ser sus discípulos", aseguró el Santo Padre, que invitó a "agradecer a aquellos que nos brindan la oportunidad de este encuentro, es decir, a los 'otros' que llaman a nuestras puertas, ofreciéndonos la oportunidad de superar nuestros temores para encontrar, para recibir y ayudar a Jesús en persona".
Además, el Papa se dirigió a quienes "han tenido la fuerza de liberarse del miedo, quien ha experimentado la alegría de este encuentro" para decirles que están llamados a anunciarlo "abiertamente, para ayudar a otros a hacer lo mismo, predisponiéndose al encuentro con Cristo y a su salvación".
Por último, el Santo Padre dijo que este servicio es "una gracia que trae consigo una misión, fruto de la completa confianza al Señor, que es para nosotros la única certeza verdadera" y animó a hacer suya la oración del pueblo redimido: "Mi fuerza y mi canto es el Señor, Él ha sido mi salvación".