"Cristianos que desde lugares diversos de Madrid, de situaciones muy distintas, venís a besar el pie del Cristo de Medinaceli porque creéis en su amor", afirmó, y animó a los peregrinos a contemplar el rostro de este Cristo que "nos contagia serenidad".
También precisó que este Cristo es un "testigo fiel de un Dios que manifiesta que no se olvida del hombre, que abraza a cada uno, que nos quiere decir que somos hermanos, que en una humanidad como la que estamos viviendo en estos momentos de la historia –rota, dividida, enfrentada en muchas situaciones- este Cristo nos ama, nos libera y nos dice que somos hermanos y que la gloria y el poder del hombre está en acogerle en nuestro corazón, en dejarle entrar en nuestra vida en dejarle que nos haga partícipes de su amor, de su entrega, de su fidelidad, de la ayuda que Él nos presta".
"Esta imagen que veneramos es la imagen de Jesús. Él es la Verdad. Él cambia nuestro corazón, nuestra vida. Nos atiende. Seguro que venís llenos de peticiones. Pensad que las atiende, que nos escucha", insistió el Cardenal, y pidió que "al besar el pie del Cristo de Medinaceli, sintáis que besáis al Hijo de Dios hecho hombre, que nos da su vida para que creamos".
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