"Su justicia debe superar a la de los escribas y fariseos", dijo el Papa Francisco durante la Misa en la Casa Santa Marta, donde reflexionó sobre el Evangelio del día para señalar sobre la importancia de ser coherentes y no ir a alabar a Dios sin antes reconciliarse con el hermano.
El Pontífice dijo que la gente estaba "un poco desbandada" porque "los que enseñaban la ley no eran coherentes" en su "testimonio de vida". Indicó que Jesús pide superar esto y por ello toma como ejemplo el primer mandamiento: "Amar a Dios y amar al prójimo". Francisco advirtió que todo aquel que se irrite con su hermano deberá ser sometido a juicio.
El Santo Padre dijo que "esto hace bien escucharlo, en este tiempo donde estamos tan acostumbrados a los calificativos y tenemos un vocabulario tan creativo para insultar a los otros". Esto "es un pecado", es "matar porque es dar un golpe en el alma del hermano" a su "dignidad". Y con amarga ironía, añadió que a menudo decimos tantas groserías "con gran caridad, pero las decimos a los otros". Incluso el Papa, en referencia a la presencia de los niños a la Misa, exhortó a permanecer "tranquilos", "porque la prédica de un niño en la iglesia es más bella que la del sacerdote, del obispo y del Papa". Déjenlos hacer, porque "es la voz de la inocencia que nos hace bien a todos".