Queridos amigos, uno de los modos más eficaces de ayuda que tenemos lo encontramos en la oración. La oración nos une, nos hace hermanos, nos abre el corazón y nos recuerda una verdad hermosa que a veces olvidamos. En la oración, todos aprendemos a decir Padre, Papá, y cuando decimos Padre, Papá, nos encontramos como hermanos. En la oración, no hay ricos y pobres, hay hijos y hermanos. En la oración no hay personas de primera o de segunda, hay fraternidad.
En la oración es donde nuestro corazón encuentra la fuerza para no volverse insensible, frío ante las situaciones de injusticia. En la oración, Dios nos sigue llamando y levantando a la caridad.
Qué bien nos hace rezar juntos, qué bien nos hace encontrarnos en ese espacio donde nos miramos como hermanos y nos reconocemos los unos necesitados del apoyo de los otros. Y hoy quiero rezar con ustedes, quiero unirme a ustedes, porque necesito su apoyo y su cercanía. Quiero invitarlos a rezar juntos, los unos por los otros, los unos con los otros. Así podremos continuar con este sostén que nos ayuda a vivir la alegría de saber que Jesús está en medio nuestro. Y que Jesús nos ayude a solucionar las injusticias que Él conoció primero: La de no tener casa ¿Se animan a rezar juntos? Yo empiezo en castellano y ustedes siguen en inglés.
Padre nuestro que estás en el cielo...