"El P. Salvatore manifestó y dio testimonio en su larga enfermedad de una fe grande y profunda, radicada en la voluntad de Dios. Advertía el deseo de ejercer el ministerio sacerdotal entre los enfermos para llevar consuelo y confianza", afirmó el Arzobispo.
En ese sentido, animó a los fieles y amigos del sacerdote a no desanimarse, pues si "nuestro hombre exterior se va descomponiendo, lo interior por el contrario se renueva día tras día". "Nosotros no fijamos la mirada en las cosas visibles, porque son momentáneas, mientras aquellas invisibles son eternas", afirmó.
En ese sentido, señaló que mientras el cuerpo del P. Salvatore era gastado por el cáncer, "su espíritu era por el contrario alado en Dios, y su corazón abierto a la Iglesia, a los hermanos, a sus seres queridos, a la humanidad entera". "Me ofrezco por la Iglesia y por toda la humanidad", expresó el sacerdote al Prelado.