En su declaración, los patriarcas recordaron la esperanza cristiana en la resurrección de los muertos y afirmaron que "nuestra vocación es permanecer en el Oriente al cual pertenecemos y del cual somos", dando testimonio de la fe. "El Dios único jamás es, para nosotros, tema de conflicto, ni causa de división con nadie. Hemos aprendido a llamarlo 'Padre nuestro', por lo tanto, para nosotros, todos son 'hermanos'", señalaron.
Por ello, advirtieron que "no es posible que se convierta en falso testigo un creyente, e incluso el no creyente, sea en el Oriente o fuera de él, debido a su silencio, indiferencia, miedo o pseudo-neutralidad. Con ustedes, levantamos la bandera de la hermandad y con ella cortamos la raíz de los falsos testigos en el juicio del hombre y de la religión".
Finalmente, los patriarcas sirios alentaron a los cristianos a seguir fieles a Jesús y les aseguraron su oración por todos, la que elevamos a quien se debe la gloria, la adoración y el reino, por los siglos.
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