¿La democracia en Argentina está enferma? Responde un pastor de almas

¿La democracia en Argentina está enferma? Responde un pastor de almas
Mons. Sergio Buenanueva. Foto Facebook / Bandera Argentina. Foto dominio público

En una reciente reflexión enmarcada en el año electoral 2015, el Obispo de San Francisco, Mons. Sergio Buenanueva, se refirió a la situación de Argentina y propuso algunos criterios para superar la problemática actual.

El 11 de febrero el Prelado afirmó que "la denuncia del fiscal Nisman, su trágica muerte y lo que ha desencadenado han sacudido la conciencia ciudadana. Un duro encontronazo con la realidad".

"Me ha venido a la memoria la primera vez que voté, aquel octubre de 1983. Con apenas diecinueve años, tenía una ilusión grande de un cambio cualitativo para una Argentina mejor. Hoy, promediando los cincuenta, mi perspectiva está en suspenso".

El Obispo afirmó que "al cabo de treinta años, nuestra democracia republicana se muestra enferma, necesitada de una terapia a la que le restan pocos remedios eficaces".

Mons. Buenanueva recuerda luego que "Benedicto XVI solía decir que, superando la falacia de las utopías que prometen más de lo que de hecho dan, la construcción del mejor orden justo posible de la sociedad es una tarea política que no terminan nunca del todo".

"Supone una decisión libre por la verdad y el bien que solo es posible si los ciudadanos poseen un conjunto de energías espirituales y morales que les permitan ir más allá del interés individual y de grupo para comprometerse con el interés común".

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Esta condición, prosigue el Obispo, "no se improvisa, ni se decreta ni se programa. Pertenece al orden de las realidades espirituales cuya lógica no sigue las leyes del crecimiento material. Puedo siempre acumular más y más bienes materiales. Ahora bien, ser virtuoso (o buena gente, como se quiera) es una tarea que supone calidad de espíritu y mirada trascendente".

"No bastan las leyes para que haya justicia, se requieren hombres y mujeres habituados a la verdad, incluso si esto supone negarse a sí mismo, yendo más allá del interés egoísta. Es una tarea que requiere, antes que buenos gobernantes, una sociedad y unos ciudadanos de calidad. De ahí surgen los dirigentes. Al revés es posible, pero más difícil".

Tras señalar que sí existen las fuerzas necesarias para modelar la Argentina, el Obispo afirmó que "pienso que el objetivo de toda la sociedad y, por delegación, de las autoridades que surjan del acto electoral, ha de ser más bien modesto: reconstruir el estado de derecho, la división de poderes y la transparencia republicana".

El Prelado alertó sobre las divisiones y la violencia en Argentina y dijo que "ese tipo de alternativas irreductibles nos siguen acompañando como genios malditos que no terminan de ser espantados. La muerte del fiscal se engarza en esa historia malhadada, y hace que hiera nuestros ojos lo que, por propia voluntad, no queríamos ver".

Luego de mencionar que aún hay quienes promueven el bien, el Prelado indicó que "como creyente miro a Cristo, vuelvo la mirada y el corazón a su cruz. Contemplo en Él al que, al decir de San Pablo, supo destruir el odio que era el muro que separaba a judíos y gentiles".

"Esa capacidad de redención está intacta porque Cristo es el Viviente que ha vencido la muerte. En Él se encuentran esas energías que todo ser humano anhela para trascender. Él además las comunica sin medida a quien se acerca con fe y confianza a sus llagas santas y gloriosas".

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