Al respecto, San Agustín dice los siguiente en el primer libro de "La Ciudad de Dios": "Se dice que en tiempos de persecución se supo de ciertas santas mujeres que se sumergieron en el agua con la intención de ser arrastradas por las olas y ahogarse, y así preservar su castidad amenazada".
Agustín añade: "Aunque abandonaron la vida de este modo, no obstante, reciben el alto honor como mártires en la Iglesia Católica y sus fiestas se observan con gran ceremonia".
Y luego concluye: "Este es un tema sobre el que no me atrevo a juzgar a la ligera, pues yo sólo sé que la Iglesia fue autorizada por Dios a través de revelaciones confiables para honrar así la memoria de estos cristianos. Puede ser que este sea el caso".... "¿Podría ser también que éstos actuaron de tal manera, no por capricho humano sino por mandato divino, no erróneamente, sino por obediencia, a través de la obediencia, como lo debemos creer en el caso de Sansón? Sin embargo, cuando Dios da una orden y la da a conocer claramente, ¿quién podría juzgar la obediencia en ello como un crimen o condenar tal devoción piadosa y servicio efectivo?"
Volviendo a la narración de Dionisio, en ella no se sugiere el menor reproche a la decisión de Santa Apolonia; a sus ojos, ella era tan mártir como las demás, y como tal fue venerada en la Iglesia de Alejandría.