Tras resaltar que misericordia y verdad son coesenciales, el Cardenal explicó que hay dos aspectos que deben tenerse en cuenta en este asunto: "no es cristiana una misericordia privada de verdad, que no tenga en cuenta la realidad, los hechos, las personas y las acciones. Sería una misericordia no respetuosa de la dignidad del hombre (…) sería una misericordia que cancela la historia, que cancela el real lugar teológico de la Encarnación".
El Purpurado dijo también, como segundo aspecto, que "al mismo tiempo no es cristiana una verdad privada de misericordia, es decir que no esté en relación con la persona, con su historia, con su vida concreta y el juicio de su consciencia formada e informada. Tal verdad, por más vigorosamente que se defienda, no pertenece al depósito real de la fe cristiana".
"En este sentido, en cada acto sacramental, a causa de la involucración psicológica del penitente, particularmente en el Sacramento de la Reconciliación, es siempre necesario recordar que la Iglesia anuncia todo lo que ella es –dimensión de la misericordia– y todo lo que ella cree –dimensión de la verdad (cfr. Dei Verbum, 8) –, de manera totalmente inseparable".
Objetividad