Rezar a Dios por las vocaciones, para que envíe sacerdotes y religiosas con el corazón sólo para Él, libres de la idolatría de la vanidad, del poder y del dinero: fue la exhortación lanzada por el Papa Francisco la mañana del lunes durante la Misa en la Casa de Santa Marta.
El Evangelio del joven rico que se arrodilla ante Jesús para preguntarle qué debe hacer para heredar la Vida eterna, estuvo al centro de la homilía del Papa. Este joven, subrayó, "tenía tantas ganas de escuchar las palabras de Jesús": era "un hombre bueno, porque desde su juventud había observado los mandamientos. Un hombre bueno", por lo tanto, "pero esto, para él, no era suficiente: quería mucho más. El Espíritu Santo lo empujaba". Jesús lo mira con amor y le hace la propuesta: "Vende todo y ven conmigo a predicar el Evangelio". Pero él, escuchando estas palabras, "se entristeció y se fue apenado, porque poseía muchos bienes.
Según señala Radio Vaticano, el Santo Padre dijo que "su corazón inquieto, precisamente por el Espíritu Santo que lo empujaba a acercarse a Jesús y a seguirlo, era un corazón lleno, y él no tuvo el coraje de vaciarlo. E hizo su elección: el dinero. El corazón lleno de dinero. Pero no era un ladrón, un reo: ¡no, no, no! Era un hombre bueno: jamás había robado, ¡jamás! Jamás había estafado: era dinero honesto. Pero su corazón estaba aprisionado allí, estaba ligado al dinero y no tenía la libertad de elegir. El dinero eligió por él".