A través de un mensaje que expresa cercanía y solidaridad con el pueblo filipino por el paso del tifón Haiyan, que ha causado miles de víctimas y cuantiosas pérdidas materiales, los participantes a la Peregrinación-Encuentro en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe,  elevaron una oración pidiendo la intersección a la Emperatriz de América y de la Filipinas para que proteja a esta nación asiática.

El mensaje que lleva el sentir de todos los peregrinos, está firmado por el Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, Cardenal Marc Ouellet, y el Arzobispo de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera, y dirigido al Presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, Monseñor José Palma.

Los Purpurados señalaron que "de manera especial encomendamos en nuestra oración a los pies de nuestra amadísima  Siempre Virgen María de Guadalupe, a los que han fallecido y a cuantos lloran la pérdida de sus seres queridos y de sus hogares", según informó el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME).

Se lee también en la misiva que "en estos momentos de prueba, desde este centro donde late el corazón marianos de millones de católicos, ponemos en las manos de la dulce Madre Nuestra Señora de Guadalupe nuestras oraciones por las Filipinas y en especial por Su Excelencia y su querida Iglesia".

"Hacemos un una invocación para  que en estos momentos de sufrimiento haya una auténtica globalización de la solidaridad y de la caridad para con el noble pueblo Filipino para que nadie le falte el necesario socorro y asistencia", expresaron los Cardenales Ouellet y Rivera.

La Oración elevada por los participantes del Congreso fue:

Virgen Santísima de Guadalupe, Madre de Dios y nuestra,
Emperatriz de nuestra América y de las Filipinas.
Míranos aquí postrado ante tu santa imagen que nos dejaste en la tilma de Juan Diego como prenda de tu amor,  bondad y misericordia.
Tú que eres la más tierna y la más compasiva,
mitiga con tu amor y presencia maternal el dolor de cuantos hoy sufren.
Cobija en el hueco de tu manto y en el cruce de tus brazos a los que hoy padecen
y trae sobre ellos los dones divinos de la esperanza y de la fortaleza.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulcísima Virgen María.
Amén