Yo mismo vengo de Mainz. Allí, al inicio del siglo XIX, hubo un gran Obispo, el barón Wilhelm Emmanuel von Ketteler, que está al inicio de la doctrina y de las encíclicas sociales. Un niño católico de Mainz tiene la pasión social en la sangre y por eso me siento orgulloso.
Ha sido ciertamente este el horizonte del cual he venido a los países de América Latina. Durante 15 años he siempre transcurrido dos o tres meses al año, viviendo en condiciones muy simples. Al inicio para un ciudadano de la Europa central esto implica un gran esfuerzo. Pero cuando se aprende a conocer a la gente en persona y se ve cómo vive, entonces se puede aceptar. He estado también en Sudáfrica con nuestros Domspatzen, el famoso coro que el hermano del Papa ha dirigido por 30 años.
He podido tener conferencias en diversos seminarios y universidades, no sólo de América Latina, sino también de Europa y en América del Norte. Y esto es lo que he podido experimentar: se está en casa en cualquier lugar, donde hay un altar, Cristo está presente, donde quiera que estés, sé parte de la gran familia de Dios.
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