Este mediodía fieles y peregrinos se dieron cita a pesar de la lluvia en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI quien al introducir la oración mariana resaltó que Dios apuesta siempre por nosotros y sale siempre al encuentro de nuestra hambre de salvación y reconciliación.
“Dios no excluye a nadie, ni a pobres ni a ricos. Dios no se deja condicionar por nuestros prejuicios humanos, más bien ve en cada uno de nosotros un alma a ser salvada, y es atraído especialmente por aquellas almas que son juzgadas perdidas y que se consideran a sí mismas como tales”, dijo el Santo Padre meditando sobre el Evangelio del día de hoy.
El Papa hizo una reflexión sobre el pasaje de Zaqueo en el Evangelio de Lucas explicando “la particular atención a la misericordia de Jesús” que se hace concreta en como “sin quitarle el peso a la gravedad del pecado, apunta siempre a salvar al pecador, ofrecerle la posibilidad de rescatarse, recomenzar desde el inicio, de convertirse”.