En su visita a la parroquia San Antonio en Concesio, localidad italiana donde Pablo VI fuera bautizado, el Papa Benedicto XVI resaltó que "vivir el bautismo implica permanecer sólidamente unidos a la Iglesia, incluso cuando vemos en su rostro algunas sombras y manchas".
Al hablar de la importancia de este sacramento, el Santo Padre recordó unas palabras de Pablo VI, quien en 1959 era Arzobispo de Milán: "en el mundo en que vivimos, a menudo se interpone una nube que nos quita la alegría de ver con serenidad el cielo divino... existe la tentación de creer que la fe es un vínculo, una cadena de la que hay que liberarse, algo antiguo y pasado de moda que no sirve... de modo que el ser humano piensa que es suficiente la vida económica y social para dar una respuesta a todas las aspiraciones del corazón humano".
Seguidamente Benedicto XVI se refirió a las Confesiones de San Agustín, cuando dice que "nuestro corazón no tendrá paz hasta que no descanse en Dios. Sólo si encuentra la luz que le ilumina y le da plenitud de significado, el ser humano es verdaderamente feliz. Esta luz es la fe de Cristo, don que se recibe en el bautismo y que hay que redescubrir constantemente para transmitirlo a los demás".