El Papa Benedicto XVI resaltó que la fe de la Virgen María le permite entender que "los tronos de los poderosos de este mundo son provisionales, mientras que el trono de Dios es la única roca que no cambia, que no se derrumba", en su discurso tras el rezo del Santo Rosario con el que concluyó la celebración del mes mariano de mayo.
El Santo Padre destacó, en su discurso pronunciado la noche del sábado 31, día en que se celebraba la Visitación de la Virgen María y la memoria del Corazón Inmaculado de María; que "su Magnificat, con el pasar de los siglos y milenios, sigue siendo la interpretación más verdadera y profunda de la historia, mientras las interpretaciones de tantos sabios de este mundo han sido desmentidas por los hechos en el transcurso de los siglos".
Tras recordar que "en muchas comunidades cristianas, durante el mes de mayo, existe la bonita costumbre de rezar de manera más solemne el Santo Rosario en familia y en las parroquias", el Pontífice alentó a "que no cese esta buena costumbre, ahora que termina el mes; es más, que siga con mayor empeño para que, aprendiendo de María, la lámpara de la fe brille cada vez más en el corazón de los cristianos y en sus casas".