En la vigilia de su partida a Castel Gandolfo, el Papa Benedicto XVI agradeció a las autoridades civiles, militares y eclesiásticas de Cadore, la región alpina que lo acogió por dos semanas durante sus vacaciones, expresando haberse sentido rodeado no solo de “la bondad divina visible en la belleza de la montaña”, sino también de la “bondad humana” de todos aquellos que silenciosa y eficazmente lo acompañaron en este tiempo de reposo, reflexión y oración.
“Queridos amigos: al final de estas dos semanas transcurridas aquí en la bella tierra dolomita, puedo agradecer con todo mi corazón a todos vosotros, a cada uno, por vuestro servicio y vuestro empeño”, dijo el Santo Padre ante un grupo de autoridades locales horas antes de dejar las montañas dolomitas para dirigirse, mañana, a su residencia de verano en Castel Gandolfo, a unos 20 kilómetros de Roma.
En unas breves palabras, el Pontífice les agradeció la “presencia silenciosa, discreta y competente, de día y de noche” que le dio “el espacio para un tiempo de reposo inolvidable, reposo del cuerpo y del alma”.