En una columna recientemente publicada en el diario Washington Post, Philip P. Pan denunció la campaña anti-vida que autoridades chinas han iniciado para controlar los “nacimientos no planeados” desde el mes de marzo de este año en la población campesina de la localidad de Linyi, a unos 500 kilómetros al sudeste de Beijing.
Chen Guancheng es un activista pro-vida, ciego y de 34 años, que lidera a estos campesinos que quieren hacerle frente legalmente a las autoridades que, desde el mes de marzo, han entrado a las casas de familias con dos hijos y han exigido que, al menos uno de los padres se esterilice.
Los oficiales también obligan a las mujeres embarazadas de un tercer hijo a que lo aborten, y en caso de ocultarse, encarcelan a parientes y vecinos, golpeándolos y torturándolos hasta que las mujeres salen de sus escondites.