El mundo entero siguió de cerca los funerales del Papa Juan Pablo II, en el que constituyó para muchos el evento más impresionante de la historia reciente por las masivas expresiones de afecto, respeto y cercanía.
En Japón, el príncipe Naruhito asistió a una Misa celebrada en la Catedral de Santa María, ubicada en Tokio, junto con otros mil 500 católicos, diplomáticos y funcionarios del gobierno japonés. Como gesto de respeto hizo una profunda venia delante de una fotografía del fallecido Pontífice y depositó un ramo de flores blancas.
Por su parte, miles de filipinos pudieron observar la Misa de exequias celebrada en Roma desde el mismo parque de Manila en el que hace diez años el Santo Padre se dirigió a cuatro millones de personas.