Los únicos dos cargos que no cesan a la muerte del Santo Padre y consiguientemente con la declaración de la "sede vacante" son el de Penitenciario Mayor y el de Camarlengo, quien se encarga de los bienes temporales de la Santa Sede y cuyas funciones aumentan considerablemente en este periodo.
El Servicio de Información del Vaticano (VIS) publica una nota en la que explica la historia de este cargo, asumido obligatoriamente por un cardenal desde el siglo XV. Desde entonces y hasta nuestros días, recibe la ayuda de un vicecamarlengo, un auditor general y algunos clérigos de cámara (o clérigos prelados). Actualmente también es ayudado por un notario.
Desde el siglo XII, se encargaba de administrar las finanzas de la Curia Romana y los bienes temporales de la Santa Sede; y la oficina desde donde ejercía sus funciones era la "camera thesauraria" o cámara del tesoro.