El Papa León XIV elogió el servicio litúrgico del canto, que definió como “instrumento muy valioso” para la vida de la Iglesia, y aseguró que para que funcione exige sobre todo “una vida espiritual profunda”.
“Que la vida espiritual esté siempre a la altura del servicio que realizan”, de modo que el canto “pueda expresar auténticamente la gracia de la liturgia”, aseguró ante cientos de coristas en la reunidos en la Plaza de San Pedro.
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El Papa insistió en que deben “estudiar atentamente el Magisterio” para transformar cada vez más los coros en “un prodigio de armonía y belleza”.
Durante la Misa del Jubileo de Coros y Corales celebrada este domingo, el Santo Padre puso en valor la norma del Concilio Vaticano II que vincula la música litúrgica con la participación de la asamblea y pidió a los coros que no caigan en la “tentación del exhibicionismo, que excluye la participación activa de toda la asamblea litúrgica en el canto”.
Asimismo, recordó que el ministerio del coro “exige preparación, fidelidad, entendimiento mutuo y, sobre todo, una vida espiritual profunda, de modo que, si ustedes rezan cantando, ayuden a todos a rezar”.
Por otro lado, el Pontífice insistió en que los coros deben actuar como “una pequeña familia de personas diferentes unidas por el amor a la música y por el servicio que ofrecen”, pero manteniendo claro que “su gran familia es la comunidad; no están por delante, sino que forman parte de ella”.
Por otro lado, definió el canto como una expresión “natural y completa del ser humano” en el que “la mente, los sentimientos, el cuerpo y el alma se unen para comunicar las cosas grandes de la vida”. Citando a San Agustín, recordó “cantar es propio de quien ama”— y añadió que quien canta “ama a aquel a quien canta”.
León XIV propuso además una imagen del coro como una comunidad en camino: “Formar parte de un coro significa avanzar juntos tomando de la mano a los hermanos, ayudándoles a caminar con nosotros y cantando junto a ellos la alabanza de Dios, consolándolos en los sufrimientos, exhortándolos cuando parece que les vence el cansancio, infundiéndoles entusiasmo cuando parece que predomina la fatiga”.
Para el Papa, el canto ayuda a hacer “más ligero el viaje, dando alivio y consuelo” incluso cuando el camino “está lleno de dificultades y de pruebas”.
El Papa comenzó invocando el salmo responsorial: “Vayamos con alegría al encuentro del Señor” (cf. Sal 122), y recordó que “la liturgia” de este domingo invita a los fieles a caminar juntos —en la alabanza y la alegría— “al encuentro de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, soberano manso y humilde”. Así subrayó que el poder Dios “es el amor, su trono es la cruz y, por medio de la cruz, su reino se irradia en el mundo”.
La homilía puso el acento en el servicio del coro dentro de la comunidad eclesial y pidió“las diferentes voces de un coro se armonicen entre ellas dando vida a una única alabanza, símbolo luminoso de la Iglesia”.
Para concluir, el Papa encomió a los coristas a la protección de la patrona de la música sacra: “Los encomiendo a todos a la protección de santa Cecilia, la virgen y mártir que, aquí en Roma, ha elevado con su vida el canto de amor más hermoso, entregándose totalmente a Cristo y ofreciendo a la Iglesia su luminoso testimonio de fe y amor”.





