Con el lema “Transformando el sufrimiento en amor y esperanza”, más de 600 participantes de todo el Perú se reunieron del 24 al 26 de octubre en la Diócesis de Abancay para participar en el Primer Congreso Nacional de la Unión de Enfermos y Ancianos Misioneros (UEAM), un encuentro que marcó un hito en la pastoral misionera del país.

Durante tres días, religiosos, laicos, profesionales de la salud y especialmente enfermos y ancianos vivieron momentos de formación, oración y comunión, reafirmando que el sufrimiento ofrecido a Cristo se convierte en fuente de misión para toda la Iglesia.

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El evento se inauguró con un colorido pasacalle por las calles de Abancay, donde las delegaciones expresaron su alegría con cantos y danzas tradicionales.

La Misa de Apertura fue presidida por Mons. Richard Alarcón, Arzobispo de Cusco, y concelebrada por Mons. Gilberto Gómez, Obispo de Abancay, junto a varios sacerdotes.

En su homilía, Mons. Alarcón destacó que los enfermos y ancianos son “verdaderos protagonistas de la misión”.

“Queremos que el Espíritu Santo nos ayude a comprender nuestra misión: encender ese fuego misionero en un sector de la Iglesia que hoy necesita ser considerado no solamente como destinatario, sino como protagonista de la misión”, afirmó.

El Arzobispo invitó a los presentes a ofrecer sus sufrimientos con amor, a ejemplo de Cristo: “Nuestro Señor, desde la cruz, ofreció su dolor por nuestra salvación. Así también ustedes, hermanos enfermos y ancianos, pueden ofrecer su cruz como una oblación por la salvación del mundo”.

Asimismo, recordó que “todos somos misioneros desde el día en que hemos sido bautizados” y exhortó a los fieles a dar “testimonio de amor, paz, comprensión y fraternidad” en un mundo marcado por la indiferencia y el desamor.

Por su parte, Mons. Gilberto Gómez, anfitrión del encuentro, recordó la necesidad de “valorar el sufrimiento y la ancianidad como caminos para ampliar el Reino de Dios, uniéndonos al sacrificio de Cristo”.

El P. José Hipólito Purizaca, Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP), inauguró el ciclo de ponencias recordando que la misión “no se detiene ante la enfermedad ni la vejez”.

“Las OMP desean encender el fuego misionero en todos los corazones, especialmente en aquellos que sufren. El enfermo misionero evangeliza desde su lecho con su oración, su silencio y su esperanza”, subrayó.

También intervinieron especialistas del campo médico como el Dr. Hugo Esquivel y la Dra. Lucía Bobbio, quienes reflexionaron sobre el valor redentor del dolor unido a Cristo. “Cuando el sufrimiento se ofrece con amor, deja de ser una carga y se convierte en fuente de gracia”, expresó Esquivel.

“Misioneros desde la cruz”

Durante la jornada del domingo, el Rosario Misionero y la conferencia del P. Oscar Murillo, Director Diocesano de las OMP – Trujillo, invitaron a los participantes a redescubrir el poder de la oración.

“El enfermo y el anciano misionero son intercesores silenciosos. Su oración sostiene la misión de la Iglesia”, dijo el sacerdote.

Conclusiones: una Iglesia que se deja evangelizar por los que sufren

En las conclusiones del Congreso, los participantes reafirmaron que los enfermos y ancianos son “protagonistas activos de la misión evangelizadora de la Iglesia”, y no simples destinatarios de asistencia.

El documento final subrayó cuatro ejes: el sentido misionero del sufrimiento, que unido a Cristo se convierte en ofrenda apostólica.; la unión espiritual y comunitaria con la Iglesia a través de la Eucaristía y la oración; el acompañamiento y formación de agentes pastorales y visitadores; y la vocación misionera y santidad, que convierte el dolor en camino de redención.

“La fragilidad no nos aparta de la misión; nos une más profundamente al Corazón de Cristo y a su Iglesia”, señala el texto conclusivo.

La Santa Misa de Clausura, presidida por Mons. Gilberto Gómez, cerró el encuentro con una exhortación: “Que nuestras comunidades sean una Iglesia viva y en salida”.

Antes de concluir, anunció que el II Congreso Nacional del Enfermo y Anciano Misionero se celebrará en la Diócesis del Callao en 2028, entregando el estandarte de la UEAM a la Hna. Cristina Lázaro como símbolo de continuidad y compromiso.

En palabras de Mons. Alarcón, Abancay se convirtió durante esos días en “el corazón misionero de la Iglesia peruana”, donde los enfermos y ancianos recordaron a todos que la cruz, vivida con amor, también es misión.

“Lo que el mundo necesita hoy son testimonios de amor. Y ustedes, desde su fragilidad, nos muestran que el amor de Cristo no se detiene ante la enfermedad ni la edad”, concluyó Mons. Alarcón.