Tras la publicación del nuevo documento vaticano sobre la figura de María, el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Cardenal Víctor Manuel Fernández, subrayó que el texto que rechaza el uso de los títulos “Corredentora” y “Mediadora” para la Virgen no pretende “juzgar” la fe de los sencillos, sino “aprender” de ellos.

“No queremos juzgar a los cristianos sencillos como si fueran creyentes de segunda clase, porque no han hecho cursos de teología o porque no participan en las estructuras de la Iglesia”, dijo el purpurado argentino al presentar el documento en la Curia de los Jesuitas.

Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram

Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:

“Queremos, en cambio, aprender de ellos —añadió—, de su confianza fresca, de su capacidad de abandonarse sin tentaciones, de la ternura viva de su amor espontáneo hacia María”.

La nota doctrinal del Vaticano afirmó este martes que los títulos de “Corredentora” y “Mediadora” no son modos apropiados de describir la participación de María en la salvación.

En el documento Mater Populi Fidelis (“La Madre del Pueblo Fiel de Dios”), el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) señaló que “Corredentora” es una expresión que “no ayuda a exaltar a María” como la primera y principal colaboradora en la obra de la Redención y de la gracia, porque “conlleva el riesgo de oscurecer el papel exclusivo de Jesucristo” y pidió también “prudencia” al usar el término “Mediadora”.

Al publicar el documento doctrinal, explicó el Cardenal Fernández, “no se trata de juzgar las intenciones” de los creyentes, que sin duda “son honestas y llenas de esperanza, y buscan expresar de diversos modos la belleza” de la Virgen.

El prefecto explicó que el nuevo texto del dicasterio, firmado por el Papa León XIV,quiere situar la mariología en el horizonte de la fe del pueblo, donde la Virgen es reconocida como “Madre cercana, llena de gracia, unida de modo único a Cristo”, evitando toda instrumentalización ideológica o política de su figura.

Los fieles sencillos, dijo el Cardenal Fernández, “no dudan de que exista la trascendencia” y “no se ponen a razonar si Dios existe o no”. “No dudan, sino que viven con la certeza de que necesitan del misterio y de su consuelo”, expresó. En esta fe, prosiguió, “como decían los obispos latinoamericanos en el Documento de Aparecida, los pobres descubren la ternura y el amor de Dios en el rostro de María”.

El cardenal destacó que, en la experiencia de los pueblos, María refleja “el mensaje esencial del Evangelio”, siendo signo de esperanza, consuelo y ternura. “En ella —subrayó— el pueblo creyente reconoce la cercanía de Dios, su misericordia y su fidelidad, más allá de cualquier esquema teórico”.

Así, el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, destacó el papel de la Virgen María como rostro visible del Evangelio.

“Es necesario entender que esta fe de los sencillos tiene un modo propio de manifestarse, que no es el de las palabras, de las teorías o de las explicaciones. Es más bien una expresión mistagógica y simbólica de aquella actitud evangélica de confianza que el mismo Espíritu Santo ilumina”, aseveró.

El Cardenal Fernández subrayó que esta confianza espiritual “está profundamente unida a María”. Según el cardenal, los fieles más humildes reconocen en la Madre de Jesús una presencia cercana, tangible y compasiva: “Los creyentes que pueden adornar las imágenes marianas con flores —como hemos hecho nosotros—, que saben convertir en gloria las figuras de María que encontramos en los Evangelios, sienten que ella es una de los suyos”.

En su intervención, el purpurado destacó también el realismo de la maternidad de María, que la hace aún más próxima a la experiencia cotidiana de las mujeres y familias: “Saben que ella, como nuestras mujeres, llevó en su seno a su Hijo, lo amamantó, y no sin los problemas propios de la maternidad”.

La imagen de Santa María la Antigua. Crédito: Victoria Cardiel/EWTN News
La imagen de Santa María la Antigua. Crédito: Victoria Cardiel/EWTN News

Durante la presentación que tuvo lugar en la Curia de los Jesuitas y no en la Sala de Prensa del Vaticano, había una imagen de Santa María la Antigua, venerada como patrona de Panamá, una de las advocaciones marianas más antiguas del continente americano y símbolo de profunda identidad nacional.

Su culto se remonta al año 1510, cuando los primeros colonizadores españoles fundaron Santa María la Antigua del Darién, la primera diócesis en tierra firme del continente. 

La imagen, inspirada en la pintura sevillana que representaba a la Virgen María junto al Niño Jesús y una lámpara encendida, símbolo de la fe y de la presencia de Dios, fue traída desde España y se convirtió en signo de esperanza para los primeros cristianos en el Nuevo Mundo. Según explicó el Cardenal Fernández, la imagen fue un regalo del Papa Francisco.