En camino a la canonización de Sor María Troncatti, misionera salesiana que será proclamada santa por el Papa León XIV el 19 de octubre, día de la Jornada Mundial de las Misiones, la Iglesia en Ecuador vive con gozo y esperanza este acontecimiento universal.

En este marco, la Comisión histórico-espiritual-litúrgica publicó el 25 de septiembre un nuevo video mensual sobre la figura de la Beata. En esta ocasión Mons. Néstor Vidal Montesdeoca Becerra, Salesiano de Don Bosco y Vicario Apostólico de Méndez, subrayó la trascendencia y la santidad de la futura santa que hoy “brilla con mayor fulgor”.

Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram

Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:

El obispo, que ha acompañado de cerca las etapas del proceso, afirmó: “Como obispo de este vicariato apostólico, a quien le ha tocado vivir más de cerca las últimas etapas del proceso de beatificación hacia la canonización de Sor María Troncatti, puedo decir que la figura y el sello de santidad que ella imprimió a lo largo de su vida se ha ido acrecentando siempre más”.

Recordó que la beatificación en 2012 fue un hito para toda la Iglesia: “Una vez que se llegó a la beatificación fue esto como una explosión de entusiasmo, de alegría, un descubrir un tesoro escondido que había tenido el vicariato y que poco a poco se lo fue dando a conocer”.

Una estrella de santidad para la Iglesia universal

Sor María Troncatti nació en Brescia, Italia, en 1883. Durante la I Guerra Mundial realizó en Varazze cursos de asistencia sanitaria y trabajó como enfermera de la Cruz Roja en el hospital militar: una experiencia que la ayudaría luego en la Amazonía ecuatoriana.

Partió al Ecuador en 1922, enviada entre los indígenas Shuar, donde con otras dos religiosas inicia un difícil trabajo de evangelización en medio de riesgos de todo tipo. Su obra por la promoción de la mujer Shuar floreció en cientos de nuevas familias cristianas, formadas por primera vez en la libre elección de jóvenes esposos.

Sor María murió en un accidente aéreo en Sucúa el 25 de agosto de 1969, ofreciendo su vida por la reconciliación entre colonos e indígenas. Fue declarada Venerable el 8 de noviembre de 2008 y beatificada en noviembre de 2012.

Mons. Montesdeoca destacó que el camino recorrido desde la beatificación hasta este 2025 ha permitido comprender la dimensión universal de la religiosa italiana: “ha habido todo un camino en nuestra Iglesia para conocer esta figura, para apreciarla, para valorarla y para admirar que esta mujer humilde y sencilla haya sido una estrella de santidad un poco escondida, pero que ahora comienza a brillar con mayor fulgor”.

El obispo resaltó la actualidad del testimonio de Sor María, que supo conjugar oración, misión y servicio: “Esa santidad se manifestaba no porque pasaba rezando todo el día, sino porque supo combinar armoniosamente la oración, la Eucaristía y la devoción a la Santísima Virgen con el trabajo pastoral, misionero, catequístico y educativo”.

“Además, era enfermera profesional y utilizó sus conocimientos para apoyar la salud de la gente”, agrega.

Defensora de la dignidad humana y promotora de la paz

El Vicario Apostólico recordó que la misionera salesiana fue profeta de su tiempo: “Ella fue una abanderada de la defensa de los derechos humanos en una época en la que no se hablaba mucho todavía de ello. Defendió el derecho a la vida, el respeto a la dignidad de cada persona y la igualdad de condiciones, sin racismo”.

Asimismo, resaltó que impulsó la promoción de la mujer “en una época de mucho machismo, tanto del lado Shuar como del lado de los colonos”. “Ella proyectó la figura de la madre que protege y promocionó a las mujeres, ayudándolas a prepararse para la vida, la vida religiosa, pastoral o profesional”.

También subrayó el valor de su entrega final: “Sor María se ofreció a Dios como víctima para que la paz volviera entre colonos y Shuar. Y a los pocos días, sucedió el accidente en el que perdió la vida. A partir de su muerte se calmó la tensión social. Por eso podemos decir que fue promotora de la integración y de la paz social de los pueblos”.

Finalmente, Mons. Montesdeoca destacó que el rasgo maternal es clave para comprender su legado: “Ella era vista como la mamá de todos, de los misioneros, de los colonos, de los Shuar. Esa maternidad espiritual es también un signo de lo que debe ser el papel de una misionera hoy: gastar su vida por el bien material y espiritual de sus hijos”.