Esta mañana se renovó en la Catedral de Nápoles (Italia) el tradicional prodigio de la licuefacción de la sangre de San Genaro, patrono de la ciudad, durante la solemne celebración eucarística de su fiesta.

A las 10:07 (hora local), tras el ondear del pañuelo blanco, el Arzobispo de Nápoles, Cardenal Domenico Battaglia, mostró a los fieles la ampolla con la sangre ya licuada, gesto que fue acogido con fe y devoción por la multitud que llenó el templo.

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“Hoy Nápoles se detiene como el mar cuando el viento se calma. En el centro, no un objeto, sino un signo: una ampolla, una sangre, un nombre: Genaro”, expresó el purpurado en su homilía, subrayando que el prodigio no es “un trofeo, sino una memoria viva: la de los mártires a quienes el Amor no dejó solos”.

El cardenal explicó que la sangre del santo “se convirtió en voz: voz que todavía predica a la ciudad y la llama a confiar en el Evangelio más que en cualquier cálculo, más que en cualquier prudencia. Miremos ese signo no con superstición, sino como invitación a jugarnos todo en la confianza”.

En un mensaje cargado de actualidad, Mons. Battaglia vinculó el signo de la sangre con el sufrimiento de los pueblos en guerra: “La sangre de Genaro se mezcla idealmente con la sangre derramada en Palestina, como en Ucrania y en toda tierra herida donde la violencia se cree omnipotente y no es más que ruido”.

El Arzobispo hizo un llamado directo a Israel: “Escucha, Israel… deja de derramar sangre palestina. Cesen los asedios que quitan pan y agua; cesen los golpes que derrumban casas e infancias; cesen las represalias que confunden la seguridad con el aplastamiento”.

Asimismo, pidió que la sangre del mártir inspire un cambio social concreto: “Si hoy pedimos un prodigio, que sea éste: que el prodigio comience en nosotros. Que se abra en cada uno un taller de paz… Y cuando alguien pregunte si la sangre se ha disuelto, podremos responder: sí, la sangre se ha disuelto. No sólo aquí, no sólo hoy, no sólo en la ampolla: se ha disuelto en los corazones”.

Un signo que se repite cada año

La licuefacción de la sangre de San Genaro se considera un “prodigio” —más que un “milagro”, según el lenguaje canónico— y se repite tres veces al año: el 19 de septiembre (día del santo), el 16 de diciembre y el sábado previo al primer domingo de mayo.

La tradición sostiene que la sangre fue recogida tras el martirio del santo obispo, ocurrido en el siglo IV, y que desde entonces pasa de estado sólido a líquido como signo de su intercesión y protección sobre Nápoles.

Al final de la celebración de hoy, el Cardenal Battaglia recorrió la nave central y también el exterior de la Catedral para mostrar la ampolla a los fieles y a toda la ciudad.